Desde algunos años, en la Diócesis de Chitré se ha iniciado la experiencia de organizar una caravana el domingo de Pascua para llevar al Cristo resucitado por las calles de la ciudad, y esta iniciativa ya se ha convertido en una bella tradición que cada año involucra siempre más familias y es esperada por la gente que desde su casa saluda con evidente alegría.

En la tarde del domingo de resurrección, se coloca sobre un pickup la estatua del Cristo resucitado con todos los adornos floreales y el grupo de animadores de cantos procesionales y se hace un recorrido por todas las calles y barriadas de Chitré.

La caravana cuenta con la presencia del Obispo, Mons. Rafael Valdivieso, que sigue a Jesús resucitado; del padre José Héctor, párroco de la catedral; del padre Roderick de la parroquia Santa Teresa de Jesús de Llano Bonito, del padre agustino José Azcárraga y otro fraile de la comunidad; del padre Hernan, sacerdote colombiano presente en estos días en la parroquia catedral para ayudar en las celebraciones pascuales, y seguidos por una gran cantidad de carros con enteras familias alabando al Señor y contagiando la alegría de la Resurrección.

Salir por las calles en este día tiene un significado muy importante porque subraya la relevancia de la Resurrección como evento culminante de la Semana Santa y del Triduo Pascual y como acontecimiento central de todo el Año litúrgico.

El pueblo cristiano somos un pueblo de resucitados y era necesario recuperar la centralidad del día de la Resurrección para evitar de quedarnos atrapados en el dolor del Vienes Santo y en desesperación de la muerte. La Resurrección del Señor es el evento más grande de la historia, el momento en el que Cristo le vence a la muerte, el enemigo más grande de la humanidad, y nos restituye la vida, la esperanza, la alegría.

Propio como en la mañana de la Resurrección de Jesús, la noticia empieza a correr, la sorpresa llena de alegría a los primeros testigos de la tumba vacía, el deseo de compartir es incontenible.

La grande noticia corre entre los cristianos: “Jesús ha resucitado. ¡Aleluya!” “Sí, ha verdaderamente resucitado. ¡Aleluya!”

Que alegría escuchar estas expresiones en los labios de los cristianos de hoy, exactamente como sucedía hace más de dos mil años, y saber que hoy como ayer una nueva vida ha iniciado.

Los primeros cristianos, y en particular los nuevos bautizados durante la Vigilia pascual, llevaban durante toda la semana el vestido blanco recibido en el Bautismo, signo de la nueva dignidad de Hijos de Dios, e iban felices y orgullosos de testimoniar en medio del mundo pagano su nueva condición de resucitados con Cristo. Los tiempos han cambiado, y también la manera de manifestar nuestra alegría, así que la participación a la caravana pascual es nuestra forma moderna de manifestar a un mundo siempre más paganizado que Jesús está vivo, y como ha cambiado nuestra vida también puede cambiar la vida de todos los que buscan un sentido verdadero a la existencia, una felicidad auténtica y una paz duradera.

La celebración eucarística del Jueves Santo es la celebración madre de todas las celebraciones que realizamos durante todo el Año litúrgico porque el la que nos recuerda directamente con la primera Eucaristía celebrada por Jesús mismo junto con los doce Apóstoles. Cabe precisar que cada celebración eucarística es “memorial” de aquella única celebración que Cristo celebró y que nosotros revivimos por el misterio de la fe. Es decir, cada vez que celebramos la Eucaristía nosotros no “recordamos” simplemente algo que aconteció hace más de dos mil años sino que a través del misterio litúrgico hacemos memoria, somos transportados a aquella única Eucaristía que se renueva en nuestra presencia, es la misma Eucaristía celebrada por Jesús – representado por el sacerdote celebrante - a la que nosotros participamos.

Con esta premisa podemos comprender lo importante de la celebración del Jueves Santo, durante la cual también se renueva uno de los signos más representativos del sentido eucarístico: el lavatorio de los pies.

Este gesto de Jesús de lavar los pies a los discípulos es narrado solamente por el evangelista Juan mientras que no aparee en los tres evangelios sinópticos y es importante comprender el por qué de esta diferencia para darnos cuenta del significado que el mismo evangelista Juan quiso atribuir a este acontecimiento.

Juan coloca la narración del lavatorio de los pies exactamente donde los sinópticos habían narrado la institución de la Eucaristía, es decir en el contexto de la Pascua de los hebreos. Se debe recordar que el evangelista san Juan es el último en escribir su versión del evangelio, y al momento de redactar el texto ya las comunidades cristianas celebraban la Cena del Señor (Eucaristía) desde varios años por lo cual evita repetir algo que ya se conoce y aprovecha para profundizar esta celebración recordando a las comunidades cristiana el “sentido” verdadero que Jesús quiso dar a la Eucaristía, la cual más allá de un ritual debe ser una experiencia vivida de amor y servicio recíproco. El hecho que por años este acontecimiento no había entrado en los recuerdos escritos de los demás evangelistas demuestra exactamente lo que Jesús dijo a Pedro el cual se rechazaba en dejarse lavar los pies. “Tu ahora no entiendes, pero luego, con la asistencia del Espíritu Santo entenderán el significado”

Revivir hoy la Cena del Señor es redescubrir el significado y la importancia fundamental de la Eucaristía en la vida de la Iglesia y en la vida de cada uno de nosotros los cristianos y al mismo tiempo apreciar la profunda relación entre la Eucaristía y el Sacerdocio que también Jesús instituyó en este mismo día y los entregó a la iglesia como un “ministerio” (minus-estar = estar por debajo = servir)

Ahora es el momento de agradecer, de adorar y amar como Él nos amó entregando su vida hasta el sacrificio de la Cruz.

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En la tarde del lunes 26 de marzo de 2018, varios grupos juveniles de la ciudad de Chitré, entre ellos: Tagaste,y Cor Unum del colegio agustiniano, Huellas y Pastoral educativa del colegio JDC, Jóvenes en victoria y grupos de Catecquesis de Confirmación, se han reunido para realizar juntos un Vía Crucis por la calle de la ciudad, iniciando desde el estacionamiento del colegio JDC hasta el atrio de la Catedral San JUan Bautista.

La iniciativa es parte de las actividades de la Semana Santa, organizadas por la parroquia catedral San Juan Bautista que es la paroquia madre de la diócesis además de ser la sede del Obispo.

La participación ha sido numerosa y los jóvenes han mostrado de comprender la importancia de estas tradiciones cristianas con un comportamente adecuado de recogimiento y oración.

Desde su inicio, la JMJ se ha celebrado cada año sin interrupciones y este año hemos llegado a la edición 33. La JMJ Panamá 2019 será la edición 34.

Por el pasado, la edición nacional, que se celebra cada Domingo de Ramos, ha pasado desapercibida en nuestra diócesis, pero ahora que hemos tomado conciencia de la importancia de este evento para la vida de la pastoral juvenil de la Dócesis, hemos decidido subrayar y celebrar el evento con una caminada por las calles de Chitré con las palmas bendecidas por el Obispo en el Parque la Bandera y con una celebración de la Palabra seguida por la Adoración eucarística en la cancha techada del Colegio agustiniano.

Como se puede observar de las fotos, la participación ha sido numerosa y activa, con grupos de jóvenes en representación de muchas parroquias de la diócesis. Ha sido un verdadero ensayo de las celebración del próximo año.

El Padre Jonathan, responsable de la Pasoral juvenil diocesana ha exhortado a los jóvenes a ser valientes, así como lo pide el Papa Francisco en su Carta para esta JMJ 2018.

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