La celebración eucarística del Jueves Santo es la celebración madre de todas las celebraciones que realizamos durante todo el Año litúrgico porque el la que nos recuerda directamente con la primera Eucaristía celebrada por Jesús mismo junto con los doce Apóstoles. Cabe precisar que cada celebración eucarística es “memorial” de aquella única celebración que Cristo celebró y que nosotros revivimos por el misterio de la fe. Es decir, cada vez que celebramos la Eucaristía nosotros no “recordamos” simplemente algo que aconteció hace más de dos mil años sino que a través del misterio litúrgico hacemos memoria, somos transportados a aquella única Eucaristía que se renueva en nuestra presencia, es la misma Eucaristía celebrada por Jesús – representado por el sacerdote celebrante - a la que nosotros participamos.
Con esta premisa podemos comprender lo importante de la celebración del Jueves Santo, durante la cual también se renueva uno de los signos más representativos del sentido eucarístico: el lavatorio de los pies.
Este gesto de Jesús de lavar los pies a los discípulos es narrado solamente por el evangelista Juan mientras que no aparee en los tres evangelios sinópticos y es importante comprender el por qué de esta diferencia para darnos cuenta del significado que el mismo evangelista Juan quiso atribuir a este acontecimiento.
Juan coloca la narración del lavatorio de los pies exactamente donde los sinópticos habían narrado la institución de la Eucaristía, es decir en el contexto de la Pascua de los hebreos. Se debe recordar que el evangelista san Juan es el último en escribir su versión del evangelio, y al momento de redactar el texto ya las comunidades cristianas celebraban la Cena del Señor (Eucaristía) desde varios años por lo cual evita repetir algo que ya se conoce y aprovecha para profundizar esta celebración recordando a las comunidades cristiana el “sentido” verdadero que Jesús quiso dar a la Eucaristía, la cual más allá de un ritual debe ser una experiencia vivida de amor y servicio recíproco. El hecho que por años este acontecimiento no había entrado en los recuerdos escritos de los demás evangelistas demuestra exactamente lo que Jesús dijo a Pedro el cual se rechazaba en dejarse lavar los pies. “Tu ahora no entiendes, pero luego, con la asistencia del Espíritu Santo entenderán el significado”
Revivir hoy la Cena del Señor es redescubrir el significado y la importancia fundamental de la Eucaristía en la vida de la Iglesia y en la vida de cada uno de nosotros los cristianos y al mismo tiempo apreciar la profunda relación entre la Eucaristía y el Sacerdocio que también Jesús instituyó en este mismo día y los entregó a la iglesia como un “ministerio” (minus-estar = estar por debajo = servir)
Ahora es el momento de agradecer, de adorar y amar como Él nos amó entregando su vida hasta el sacrificio de la Cruz.