El estilo de vida de Jesús fue apreciado por hombres y mujeres de la Iglesia de los primeros tiempos; la radicalidad de su castidad, pobreza y obediencia fue abrazada por aquellos que se alejaron al desierto y por quienes iniciaron a vivir en comunidad. Desde entonces, se ha demostrado tener un llamado de parte del mismo Dios para comunicarse con Él, para penetrar en su intimidad a la manera de Jesucristo.

El mismo evangelio evidencia que Jesús dirige la llamada a los primeros discípulos para que estuvieran con Él. Dentro de este contexto surge la vida religiosa en la iglesia, esta nace en medio de la comunidad y es para el servicio de la comunidad. Dentro de la vida consagrada se vivencian diversos carismas, pues cada comunidad religiosa nace ante diversas realidades en la Iglesia.

En la diócesis de Chitré en conmemoración del día que se celebra la vida consagrada, el 2 de febrero, se compartió un espacio teológico con todas las hermanas, impartido por el P. Miguel Ángel Keller una temática desde la constitución Dogmática Lumen Gentium y documentos de la Iglesia que iluminan la vivencia de la Vida consagrada, señalando que los consagrados se vivencian desde estos niveles; humanos, cristianos, religiosos y el carisma; desde la relación con Dios, con los otros y el mundo.

En el tema recordó las palabras del papa Francisco, en cuento a la invitación de vivir el pasado con gratitud, el presente con Pasión y el futuro con esperanza. Y como ante cada una de estas virtudes podemos realizar un discernimiento, que ayude actualizar desde nuestras realidades la llamada. Este encuentro se culminó con la celebración de la Eucaristía, la cual presidio Monseñor Rafael Valdivieso Miranda, obispo de la diócesis de Chitré, el cual se realizó en el colegio agustiniano, de Chitré el día sábado primero de febrero.